La crisis global en la educación tras la pandemia: hasta 24 millones de niños podrían no volver a clase
Por JESSICA MARTÍN
Noticia publicada en RTVE
Alrededor de 1.600 millones de escolares de todo el mundo dejaron de ir a clase en 2020 como consecuencia de la pandemia y, aunque muchos han podido regresar a las escuelas, demasiados niños y niñas se encuentran todavía desvinculados de la enseñanza. Teniendo en cuenta que este lastre ha confluido en el tiempo con otros males que también perjdudican el acceso a la educación de los menores y que no dejan de agudizarse, como la violencia, la desigualdad de género o el cambio climático, no sorprende que haya en estos momentos una inmensa preocupación entre las organizaciones que luchan por cambiar el panorama de los más vulnerables.
«A raíz de la pandemia hemos estado inmersos en una emergencia sanitaria, pero podemos hablar también claramente de una emergencia educativa, de una crisis educativa que ha afectado de una manera o de otra a todos los niños y niñas en el mundo», lamenta Carlos García de Bakedano, del equipo de Programas de UNICEF España.
Esta ONG estima que puede haber «hasta 24 millones de niños y niñas que no regresen definitivamente a la escuela», lo que supone un verdadero drama porque «cada mes que pierde un niño de escolarización, de ir a la escuela, compromete seriamente sus oportunidades de cara al futuro».
«La pandemia ha desencadenado una crisis educativa global sin precedentes«, afirman también desde la ONG Plan Internacional. Su responsable de Incidencia, Constance Colin, asegura que se ha producido «un retroceso tremendo en avances que se habían conseguido durante décadas» respecto a la defensa del derecho a la educación de los niños y niñas.
La educación, «al borde del colapso» en una cuarta parte de los países
La ONG Save the Children lleva un tiempo alertando de que la educación de millones de menores en edad escolar en una cuarta parte de los países del mundo está «al borde del colapso». Un reciente informe de esta organización titulado Build Forward Better señala concretamente que factores como el cambio climático, la falta de vacunas frente a la COVID-19, los desplazamientos, los ataques violentos contra las escuelas y la falta de conectividad digital están poniendo en peligro el acceso a la educación de la infancia más vulnerable en 48 países. Esta situación se añade al hecho de que 258 millones de niños y niñas en todo el mundo ya estuvieran fuera de la escuela antes de la pandemia.
Según el análisis de esa ONG, la República Democrática del Congo, Nigeria, Somalia, Afganistán, Sudán del Sur, Sudán, Malí y Libia tienen sistemas educativos que se encuentran en «riesgo extremo» de colapso, seguidos de cerca de Siria y Yemen.
Además, esta organización apunta que la desigualdad entre países es enorme. Los niños y las niñas de los países de bajos ingresos han perdido un 66% más de sus días escolares durante la pandemia, en comparación con sus compañeros de otros países más ricos.
1.600 millones de escolares dejaron de ir a clase por la COVID
Según datos de Unicef, 1.600 millones de escolares dejaron de ir a clase por la pandemia. El pasado 16 de septiembre, año y medio después de la irrupción de la COVID, las escuelas de casi 77 millones de estudiantes seguían cerradas casi por completo y en el 27% de los países los colegios seguían cerrados total o parcialmente.
Desde esa misma organización no solo hablan de aprendizaje perdido sino también de un potencial que se aplaza y que aumenta la incertidumbre sobre el porvenir de numerosos niños y niñas, que han vivido «una crisis en la sombra». A algunos de esos menores el cierre de los colegios e institutos los ha conducido al abandono escolar, al trabajo infantil o al matrimonio precoz.
Según García de Bakedano, Bangladesh, Filipinas y Panamá se encuentran entre los países en los que más tiempo han permanecido cerradas las escuelas. A día de hoy, precisa, en la mayoría de lugares se han abierto, pero sí hay bastantes que han apostado por un modelo híbrido que a Unicef no le convence.
«La presencialidad es fundamental para los procesos educativos de los niños», subraya este experto, quien añade que el cierre de los centros educativos repercutió también en la salud de los menores —fundamentalmente en su salud mental— , así como en su bienestar y su protección.
Para la mayoría, las aulas son el único lugar en el que pueden relacionarse con sus compañeros, acceder a servicios de salud e inmunización y recibir comidas nutritivas. La limitación a la escuela por la pandemia ha bloqueado aspectos fundamentales de la infancia, más allá de la propia enseñanza.
Seguramente, por razones como las que desgranan las distintas organizaciones, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, advirtió ya el pasado verano de que «estamos en plena crisis educativa».
La desigualdad en el acceso a la tecnología
Los expertos recuerdan también que en medio de la crisis sanitaria la enseñanza ‘online’ y a distancia se alzó como un salvavidas para millones de escolares, pero al mismo tiempo y lamentablemente resultó ser ineficaz para otros muchos. No ha habido un acceso igualitario a la tecnología ni siquiera dentro de los mismos países y, además, la calidad de los planes de estudios desarrollados durante la pandemia tampoco ha sido la misma en todos los casos.
«Mientras los gobiernos adaptaban las soluciones de aprendizaje a distancia para responder a la pandemia, parece que se le dio prioridad a la rapidez en lugar de a la equidad en el acceso a los resultados. Todo parece indicar que las respuestas a la COVID-19 fueron elaboradas sin prestar prácticamente atención a la inclusión, algo que provocó también un incremento del riesgo de marginalización», señala un informe de la UNESCO.
Además de revertir este problema, García de Bakedano incide en la necesidad de mejorar las condiciones laborales y la capacidad de recursos pedagógicos de los docentes, que también es muy «desigual», y priorizar la vacunación frente a la COVID-19 entre el profesorado. Todo esto choca con la inversión prevista, ya que, según Unicef, los presupuestos para educación se han visto reducidos un 65% en los paises de ingresos bajos y medios.
Otros obstáculos: crisis climática, conflictos bélicos, inseguridad…
Mención aparte merece la incidencia que tiene la crisis climática en el acceso a la educación, ya que numerosos niños abandonan sus escuelas cuando estas se ven afectadas o terminan siendo destruidas por fenómenos meteorológicos extremos. Según Save The Children, casi la mitad de los 75 millones de niños y niñas que interrumpen cada año su educación lo hacen, señalan, por amenazas climáticas como ciclones, inundaciones y sequías.
Debido al cambio climático, los expertos ven probable que cada vez más menores tengan que huir de sus hogares y dejen atrás su educación, algo que también sucede en situaciones de conflicto o cuando se producen violentos ataques contra centros educativos.
Por ese motivo, Colin remarca la importancia de poner en valor las escuelas como un «entorno protector». No solo son las que garantizan el futuro de los menores, dice, sino también las que también mantienen a muchos niños y niñas a salvo de la violencia, el matrimonio infantil, los abusos, el tráfico infantil, la explotación y el reclutamiento en grupos armados.
El caso de España: preocupa la segregación socioeconómica
Preguntados por el caso concreto de España, los expertos señalan que, aunque no sea comparable lo ocurrido en este país con respecto a otros, sí es conveniente invertir para paliar los efectos de la pandemia en el ámbito educativo. Unicef pide que haya un refuerzo educativo para compensar las carencias e intentar reducir las altas tasas de abandono escolar temprano y fracaso escolar. También ven conveniente apoyar a los menores que puedan manifestar problemas de salud mental o de tipo psicosocial.
Respecto a los problemas que sufre la educación en este país, desde Save The Children remiten a un informe publicado este año que sostiene que, en los últimos años, la segregación escolar se ha convertido «en un problema cada vez mayor para la calidad, equidad y libertad de educación en España».
«Los datos muestran que la segregación socioeconómica en España es muy alta en primaria (solo tras Turquía y Lituania) y se encuentra en la media de la OCDE en secundaria. Además, apunta que la segregación en la Comunidad de Madrid ha crecido de forma muy notable y es hasta la fecha la comunidad autónoma con mayor segregación y una de las regiones con mayor segregación en toda la OCDE», afirma el texto.
Más brecha de género entre niños y niñas
En el análisis de los expertos sobre esta crisis educativa también hay continuas alusiones a cómo se ha ensanchado la brecha de género en la educación desde la irrupción de la pandemia. Colin explica que cuando las familias sufren económicamente «las niñas son las primeras que se ven obligadas a dejar los estudios» porque les resulta «menos prioritario». Además, las menores sin educación tienen «tres veces más posibilidades de ser casadas o acabar unidas a un hombre mayor que ellas antes de los 18 años que aquellas que terminan la secundaria».
Un informe de esta ONG realizado a través de testimonios de 1.900 adolescentes, padres y profesores de Guatemala, Honduras, Kenia, Nepal y Sudan revela la dificultad de niñas y adolescentes para mantenerse en la educación durante este año de pandemia: una media del 46% de las adolescentes aseguró no haber podido estar en contacto con la clase, cifra que en Sudán asciende al 84%.
«Antes de la pandemia, 130 millones de niñas en todo el mundo no iban a la escuela y ahora las consecuencias de la COVID-19 podrían hacer que hasta 20 millones de niñas y adolescentes más no vuelvan a clase este año», apuntan desde Plan Internacional.
Por si fuera poco, desde el comienzo de la pandemia, se detectó también un aumento en la violencia dentro de los hogares y los casos de trabajo infantil se han elevado a 160 millones, al alza por primera vez desde hace dos decenios. La Organización Internacional del Trabajo y UNICEF han advertido de que nueve millones de niños más se encuentran en situación de riesgo debido al contexto sanitario, algo que también afecta en gran medida a las chicas.
La situación es muy delicada para las que viven en situaciones de emergencia provocadas por la violencia generalizada y los conflictos armados. Por ejemplo, el 28% de las adolescentes refugiadas sirias en El Líbano no están recibiendo educación desde el comienzo de la pandemia.