Una encuesta global a 8.000 niñas y niños revela que 1 de cada 10 no puede continuar estudiando por causa de la crisis de la COVID-19
Nota de prensa publicada por Educo
La nueva encuesta global de Educo con casi 8.000 participantes revela que 1 de cada 10 niños y niñas no ha podido continuar sus estudios durante la pandemia. Las causas principales citadas por los niños y las niñas han sido el cierre de las escuelas y la falta de acceso a herramientas digitales e Internet. El informe global de Educo, La voz de 8.000 niñas y niños: El Derecho a la Educación y a la Participación post COVID-19 explicado por niñas y niños del mundo, analiza respuestas de niñas y niños de 6 a 18 años en 12 países de Asia, América Latina, África y España.
El estudio revela que mientras la mayoría (80%) de niñas y niños echan de menos la escuela y prefieren estudiar presencialmente, solo menos de la mitad (45%) ha podido asistir a la escuela físicamente, y aproximadamente una cuarta parte no ha tenido otra opción que estudiar a distancia.
“Un número abrumador de niñas y niños nos dice que echan de menos la escuela y que quieren seguir estudiando, pero también tienen dificultades porque tienen pocas oportunidades de aprendizaje y de ocio y, a veces, no cuentan con el apoyo adecuado que necesitan para seguir adelante”, explica Pilar Orenes, directora general de Educo. Y añade: «Aunque algunas niñas y niños han podido asistir a la escuela, la transición a la nueva normalidad ha sido muy desigual. Tememos que una parte de la infancia más desfavorecida, que ha tenido poco o ningún apoyo, se verá obligada a abandonar la escuela, y que otras perderán el interés en la escolarización al no poder hacer frente a la nueva normalidad».
Hallazgos principales
En general, aproximadamente 1 de cada 10 (11%) no había podido estudiar de ninguna manera en los seis meses anteriores a la encuesta. Los niñas y niños que participaron en la encuesta en India y Bangladesh tenían tres veces más probabilidad que la media de no poder seguir estudiando, igual que niñas y niños de entre 12 y 18 años, y especialmente si vivían en Burkina Faso (1,5 veces más que la media, si se analiza por edades).
Entre las niñas y los niños que no han podido estudiar, alrededor del 67% identificaron el cierre de las escuelas y la ausencia de otras alternativas adaptadas a sus realidades como las principales razones para no poder estudiar, además de la falta de recursos tecnológicos, la pobreza y la falta de apoyo familiar, mientras que alrededor del 11% de los participantes en la encuesta no querían seguir estudiando debido a diversas razones como desinterés por la escuela, falta de motivación para estudiar y escasez de recursos, entre otras.
La mayoría de las niñas y los niños que participaron en la encuesta dijeron que echan de menos la escuela. En Bolivia, esta probabilidad es dos veces superior a la media, seguido por las niñas y los niños que viven en la India y Guatemala, países que tienen restricciones severas en relación con las reuniones presenciales.
Ante el cierre de las escuelas, estudiar desde casa ha sido una opción muy relevante en Bolivia (cuatro veces más que el promedio), así como en Guatemala, y en Filipinas, uno de los pocos países que no han abierto las escuelas físicamente desde hace más de 18 meses. La infancia que vive en Nicaragua, Malí y España ha tenido más probabilidad de asistir a la escuela, ya sea porque no ha habido cierres de escuelas o porque la duración de los cierres de escuelas no ha sido tan prolongada.
Mientras que casi la mitad de las niñas y los niños sienten que han participado, cerca del 18% manifiestan que no se les ha escuchado y que no se ha contado con ellos y ellas para tomar decisiones durante la pandemia. Las niñas y los niños que respondieron a la encuesta en Benín tienen casi el doble de probabilidad de no haberse sentido escuchado, seguido por India y Mali.
«Ellos son los que deciden y nosotros lo hacemos», nos dijo una niña de Benín sobre los adultos; «Como eres un niño(a), no sabes nada», comentó una adolescente de la India.
Entre los ejemplos citados acerca de sus opiniones sobre la falta de participación destacan: no poder salir de sus casas; que las familias, las escuelas y los gobiernos han tomado medidas sin preguntar a los niñas, niños y adolescentes, que no les han dejado dar su opinión o que no les han dado explicaciones sobre los motivos de las medidas.
El papel de la infancia durante una pandemia
“Sabemos por experiencia que las niñas y niños son capaces de contribuir incluso durante una pandemia. Hemos visto a niñas y niños enseñando a sus compañeros o recaudando fondos para las personas más necesitadas. Lo primero y lo más básico es que tenemos que escuchar” dijo Orenes, añadiendo que “aunque la infancia ha sido la más afectada por la pandemia, ha tenido muy poca voz o participación en las decisiones relacionadas con su bienestar”.
El informe también reveló que cerca de la mitad (49,19%) de las niñas y los niños que participaron en la encuesta dijeron que querían una escuela mejor que la que tenían antes: con mejores infraestructuras, más espacios para aprender y jugar, y en tener una higiene y un saneamiento adecuados.
«Para minimizar las pérdidas [debido a los años perdidos durante la pandemia], el gobierno tiene que hacer más hincapié en la educación que antes», dice un niño de Bangladesh. Además, añadieron que las escuelas deberían estar mejor equipadas, que las nuevas tecnologías deberían estar presentes, que debería haber más libros, materiales y juegos, y que estos les ayudarían a adquirir las habilidades para un mundo digital. También piden material de higiene, y acceso a agua potable y vacunas, y medios para superar la soledad y el aislamiento que han sufrido, y que
se trabaje para mejorar la salud mental.
Pilar Orenes subrayó que: «La conclusión más importante del informe global es que el COVID-19 ha acentuado y profundizado las desigualdades que ya existían, exacerbando la pobreza y aumentando el número de chicos y chicas que abandonan la escuela y, lo que es peor, impidiendo que los que están fuera del sistema escolar vuelvan a algún día a la escuela.”
Educo hace un llamamiento a los gobiernos y a los donantes para que actúen de acuerdo con las siguientes recomendaciones:
-Abordar la brecha digital garantizando que las niñas y los niños tengan acceso a Internet y a dispositivos tecnológicos fiables y, lo que es más importante, que las escuelas cuenten con la infraestructura adecuada y que el profesorado esté formado con las exigencias del contexto educativo actual. Los servicios de salud mental tienen que estar disponibles tanto para el alumnado como para el profesorado.
-Intensificar los esfuerzos para reducir la pobreza infantil y ampliar los programas sociales para la infancia y las familias más pobres y desfavorecidas, con el fin de vitar el abandono escolar, el desinterés por los estudios y aumentar la matriculación durante la recuperación posterior a la COVID-19. Es necesario tomar medidas específicas para reintegrar en el sistema educativo a las niñas y los niños que han estado sin escolarizar durante un largo periodo de tiempo y promover alternativas educativas.
– Garantizar que las escuelas estén totalmente preparadas en su reapertura, especialmente en algunas de las zonas más pobres, aplicando protocolos sanitarios mínimos y garantizando el acceso a las vacunas, al agua potable y a los materiales de higiene, muchos de los cuales ya se pasaban por alto incluso antes de la pandemia.
-Cuando sea posible, se debe priorizar la educación presencial, haciendo los ajustes necesarios para mantener las medidas de seguridad sanitaria.
-Proporcionar vías de participación significativa para la infancia en los procesos de toma de decisiones.
«Debemos prestar la atención que merecen a las niñas y los niños, hacer que sean visibles y que se les escuche porque ellas y ellos son las personas más afectadas por la crisis. A estas alturas de la pandemia, tenemos que aprovechar todas las oportunidades para idear soluciones inclusivas que lleguen a las personas que estaban excluidas del sistema educativo incluso antes de la pandemia. Es una oportunidad para avanzar hacia modelos educativos más resilientes y mejor adaptados a las necesidades de aprendizaje de cada país y comunidad», concluyó Pilar Orenes.